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CASO GUAYMAS / CORPORATIVOS UN HASTA AQUÍ

La Rosa Blanca es una película de principios de los 60´s, protagonizada por Ignacio López Tarso, quien le diera vida a don Jacinto, propietario de una finca campestre en cuyo terreno existe algo que desconoce pero que es codiciado por magnates extranjeros. Tras darle negativas reiteradas a norteamericanos que quieren su propiedad, don Jacinto termina por ser invitado a una entrevista amistosa con quienes tanto le han insistido. No vuelve a saberse de él y al poco tiempo, La Rosa Blanca, su terruño, cae para dar paso a la instalación de torres de perforación para extracción de petróleo a cargo de los impunes autores de un homicidio.
La película fue filmada en 1961, los tiempos del presidente Adolfo López Mateos, quien consideró que el filme no debía exhibirse y lo censuró. Sería hasta 1972, ya con un Echeverría que había marcado su paso por la historia con lo de las matanzas de Tlatelolco (1968) y el jueves de Chorpus (1971) cuando La Rosa Blanca llegó a las salas de cine.
Han pasado muchos años de esto que mostraba la faz no solo codiciosa sino hasta criminal de empresarios capaces de cualquier cosa con tal de amasar más dinero y poder, sin dejar de mencionar la mano dura de los gobiernos postrevolucionarios en México, proclives a la censura y a la sanción con sus gobernados, serviles y lacayos con los influyentes del exterior.
Hoy, cuando el país vive una etapa diferente, esperamos que el proceso de cambio no nos regatee paciencia, pues eso es lo que ya no sobra en el ánimo nacional. Lo ocurrido en Guaymas el pasado miércoles 10 de los corrientes es ya el colmo. El corporativo minero Grupo México, encabezado por GERMÁN LARREA, vuelve a hacer eco no solo nacional, pues el derrame de ácido sulfúrico y mercurio al lecho marino ha tenido resonancias en todo el mundo.
Larrea es un tipo influyente, el segundo con las cuentas bancarias más abultadas, detrás solo de CARLOS SLIM. Está rodeado de un despliegue sofisticado de asesores, gerentes y equipo legal que operan permanentemente; y claro, es la fuente de empleo de miles de trabajadores en sus empresas. Recordemos que no solo existen las minas en su grupo, la cadena CINEMEX le pertenece, la fundación Grupo México donde operan el programa Doctor Vagón (financiada con lo que deberían ser impuestos a la Federación), en fin, es un factor que mueve la economía, aunque existan muchos peros respecto a su honorabilidad.
Las reacciones del pueblo en las redes sociales apuntan a que debe serle cancelada la concesión para la operación de las minas (Nacozari, Cananea, Coahuila), pero esto no es tan sencillo y menos cuando el gobierno federal tiene frentes de batalla abiertos en varios escenarios. ¿Cuáles? Baste recordar la cancelación del NAICM con la conocida reacción de Slim y sus homólogos; o qué tal la oposición a la implementación del Tren Maya, la refinería en Dos Bocas, la furia de los "intelectuales” que han perdido financiamiento público, los sindicatos que tampoco viven aquella época de transferencias bancarias, los partidos de oposición, bueno, hay para llevar.
Pero aun así es importante que la Federación marque un hasta aquí. Lo ocurrido hace 5 años en el Rio Sonora y Bacanuchi ha sido un desastre para el ecosistema, lo que implica la extinción de la forma de vida para casi 30 mil personas de pueblos pertenecientes a municipios como Banámichi, Ures, Baviácora, Aconchi, San Felipe, Arizpe y hasta parte rural de Hermosillo. La producción de leche y quesos, la actividad agrícola y ganadera de esas áreas, es decir, su forma de vida se fue al caño ante un gobierno federal servil y criminalmente omiso que sólo estuvo para atestiguar en silencio lo que pasó. Tantos como 90 años deberán pasar para que los efectos de los 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre vertidos a los afluentes bajen su toxicidad. De las acciones de reparación de daños, ya qué decir, no resolvieron el tema y mucho menos lo referente a las clínicas que el grupo instalaría para atender los casos de afectación a la salud que emergieron como consecuencia directa del derrame tóxico.
Ahora ha sido el mar, la bahía de Guaymas. Los daños ocasionados no han sido revelados, aunque en un comunicado, el mismo Grupo México dice que no pasó nada, que todo bien. Con razón su clasificación en el ranking como una de las empresas menos éticas del mundo.
Bueno, a ver qué sucede, por lo pronto la Profepa ya está desde hace días en Guaymas, revisando lo sucedido. Esperemos que vaya empezando a marcársele un hasta aquí a estos capos de la economía. Por situaciones así es que existe tanto recelo a la intervención de los corporativos en nuestras regiones. Constellation Brands (Cerveza), Grupo Ienova y Unión Fenosa (Gas Natural), por mencionar algunos más, tampoco gozan del todo de la confianza colectiva. El fantasma del acaparamiento del agua a cambio de empleos sin certidumbre que realmente se abran ensombrece a la primera, el factor inseguridad por volatilidad, a las segundas. Así las cosas, por estos tiempos, veremos cómo se escribe la historia.
Ya en la recta final, envío mis mejores deseos para la pronta recuperación del contador JOSÉ L. GUERRA, quien vio afectada su salud hace unos días. El hombre está reintegrado a sus actividades, aunque deberá seguir su tratamiento a pie juntillas. Espero pronto esté al 100. Continuamos en la siguiente amigos, ¡saludos!
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Redacción / El Tiempo
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